Y precisamente, una gran parte, por no decir la mayor parte, de esas producciones está conformada por cortometrajes. Considerados peyorativamente menores, por carecer de “un valor comercial” según términos del mercado, se han circunscrito a festivales o círculos selectos (marcadas excepciones fueron programas como “Caloi en su tinta” o algunos de Locomotion que los rescataron y difundieron).
Curiosamente, la gran mayoría de estas obras son las que permitieron en el pasado – y lo siguen haciendo en la actualidad, dar los grandes saltos evolutivos al arte de la animación. Y eso se debe principalmente a que el cortometraje abre un mundo de posibilidades que pocos saben explotar.
En una conferencia de Verónica Córdova, reconocida guionista boliviana, hacía mención a la comparación que se hace entre el cine y la literatura, donde se cotejaba al largometraje con la novela y al cortometraje con el cuento. Fue particularmente muy grato confirmar algo que hace cierto tiempo y en otros términos rondaba por mi cabeza, cuando Verónica afirmó que por las peculiares características del cortometraje – duración, estructura, posibilidades de experimentación, etc. – deberían trabajarse éstos (los cortometrajes) con las libertades que se da la poesía.
En el caso de la animación, estas libertades se multiplican por las características que brinda el medio. Permitiendo a los animadores diseñar y expresar plásticamente todo lo que se les ocurra, desde vivir mundos inexistentes, visualizar abstracciones, o simplemente divertirse con disparatadas ocurrencias. Y principalmente por que en la animación más que en cualquier otro género audiovisual, forma y fondo deben estar absolutamente complementados.
La siguiente, es una escueta selección de cortometrajes que considero importantes por su valor histórico, estético, técnico o que simplemente se las sugiero; obviamente está incompleta y se espera su contribución.
En primer lugar la obra de un maestro que compartimos la historieta y la animación: Winsor McCay, que con “Gertie the Dinosaur” (1913) no sólo realizó el primer dibujo animado considerado obra maestra, sino que adelantándose a su tiempo, se convirtió en la primera película interactiva de la historia. En ella, Gertie, a manera de mascota amaestrada, obedece las órdenes de su creador que en la proyección se situaba delante de la pantalla. A McCay le tomó alrededor de 10 mil dibujos concluirla, dibujando en cada hoja al personaje y el escenario.
Particularmente no soy fanático de Disney, pero considero importante brindarle el mérito por sus arriesgados emprendimientos sin los cuales la animación no sería lo que es hoy. Y menciono estos cortos no sólo por la experimentación en nuevas técnicas, sino y principalmente por su valor histórico. En 1928 y 1929, respectivamente realizó "Steambot Willie", primera aparición del ratón Mickey; y "The Skeleton Dance", dos fabulosos cortos que anticipándose al cine que involucionaba en desastrosos musicales, usaron al sonido de manera creativa, aplicando en la práctica lo que los maestros del cine mudo ruso (Einsenstein, Pudovkin, etc.) recién planteaban en un manifiesto.
Particularmente no soy fanático de Disney, pero considero importante brindarle el mérito por sus arriesgados emprendimientos sin los cuales la animación no sería lo que es hoy. Y menciono estos cortos no sólo por la experimentación en nuevas técnicas, sino y principalmente por su valor histórico. En 1928 y 1929, respectivamente realizó "Steambot Willie", primera aparición del ratón Mickey; y "The Skeleton Dance", dos fabulosos cortos que anticipándose al cine que involucionaba en desastrosos musicales, usaron al sonido de manera creativa, aplicando en la práctica lo que los maestros del cine mudo ruso (Einsenstein, Pudovkin, etc.) recién planteaban en un manifiesto.
En 1931, adelantándose una vez más al cine (ya era una constante, la animación nació oficialmente el 28 de octubre de 1892; el cine lo hizo el 28 de diciembre de 1895), con "Flowers and Trees", Disney produjo la primera película en color de la historia del cine y de la animación. Y a su puro estilo, Disney, no permitió que por alrededor de tres años ningún estudio pueda hacer una película en color, porque compró los derechos de exclusividad de la Technicolor, pero eso ya es otra historia.
Finalmente, en 1937, realizó una de sus consideradas obras maestras “The Band Concert” cortometraje en la que sonido e imagen se complementaban perfectamente y que dio la pauta de esa particular relación de estos elementos que sólo se da en el cine animado. Además que permitió dar a conocer al público su personaje icono: el pato Donald. Para los coleccionistas, algunos de estos títulos se encuentran en el “comercio informal” en reciclajes (digo recopilaciones) de Disney con títulos tan impropios como “Todos queremos a Mickey”.
Hago un paréntesis acá, para hablar de dos genios que escaparon a los parámetros comerciales impuestos por las Majors (las grandes empresas cinematográficas) para hacer obras únicas. El primero, Tex Avery, indiscutible maestro, el anti-Disney por excelencia, rompió los clichés convencionales en los que había caído la animación, para llevarlos al paroxismo del absurdo y a esa manía de convertir a las inocentes niñas de los cuentos de hadas en provocativas bombas sexuales. Personalmente sugeriría todos los cortos que puedan conseguir, pero imprescindibles para ver son: “Red Hot Riding Hood”, la versión cabaretera de caperucita y el lobo; "Northwest Hounded Police”, donde Droopy de policía montado hace imposible la huida del lobo; y la ingeniosa “Bad Luck Blackie”, en la que un abusivo bulldog maltrata a un tierno gatito hasta que llega el gato negro.
El segundo, no por ello de menor importancia es Chuck Jones, el mejor alumno y amigo de Tex Avery. Considero que superó al maestro en muchos aspectos. Creador de los personajes más expresivos de la animación, entre algunas de sus creaciones se encuentran Willie E. Coyote, Silvestre, Pepé Le Pew y el marciano Marvin; también comparte créditos en la autoría del pato Lucas con Tex Avery. De igual manera ha sido autor de los cortos más importantes de la Warner BROS. en la época dorada del dibujo animado norteamericano. Por mencionar algunos a los que se pueden acceder son: “Duck Amuck”, insuperable obra donde el pato Lucas cae en manos de un animador como Bugs Bunny; "One Froggy Evening”, pieza de culto y de una variedad de estudios sobre todo por que los personajes no hablan y sólo se escucha a la rana cantando; “What’s Opera Doc?”, la primera animación que ingresó a la biblioteca del Congreso de los EE.UU por su valor artístico; “Fast and Furry-Ous”, la primera persecución del coyote y el correcaminos; “Duck! Rabbit! Duck!”, la recordada temporada de patos, temporada de conejos. Estos por mencionar algunos.
Casi contemporáneamente, un grupo de jóvenes animadores, que en los años ’40 le hicieron una huelga al “Tío Walt”, se reunieron en la añorada UPA para revolucionar el mundo del dibujo animado. Utilizando un trazo agresivo, una paleta de colores simple y la adopción libre de estos, la simplificación de los escenarios y la estilización de sus personajes; dotarán a la animación de una libertad estética, narrativa y de montaje que no se había visto sobre las pantallas; y que envidiarían diversas corrientes cinematográficas como el expresionismo, las vanguardias y hasta la escuela soviética por mencionar algunos. No por que le sobrarán las palabras Chaplin dijo: “Los dibujos animados son en la actualidad el único arte auténtico, por que en ellos, y sólo en ellos, el artista está absolutamente libre y puede hacer lo que quiere”.
Sin darle más vueltas al asunto, en la UPA se crearán diversos personajes como Gerald McBoing Boing, genialidad creada entre el Dr. Seuss (el mismo del Grinch) y Robert Cannon, Madeleine también de Cannon y su personaje más conocido: Mr. Magoo de John Hubley. Lastimosamente la UPA fue una estrella fugaz, brilló más que todas pero duró muy poco tiempo. Pese a todo ello impulsó a sus integrantes a experimentar en cortos independientes que no rondaban en torno a un personaje y que tenían su inspiración en canciones o poemas. Memorables son sus cortos “Moonbird” de Hubley; “Gerald McBoing Boing” y “The Unicorn and the Garden” de Bob Canon. La verdadera UPA se extinguió a finales de los años ’50, posteriormente aparecieron otras versiones en Nueva York y en Los Ángeles que no tuvieron la misma trascendencia.
Por el momento y para no cansar, dejaremos esta pequeña revisión por el mundo del cortometraje animado en este punto.
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